En mi contacto con los inmigrantes no dejo de sorprenderme cada día que voy al Voluntariado.
Siempre me pregunto ¿A quien o qué problema voy a encontrar hoy?
Cada una de las personas que llega tiene una historia bien diferente aunque todas, en el fondo, sean parecidas.
Los que vienen por primera vez entran en el despachito con temor, sin saber muy bien lo que va a sucederles. Al rato de estar hablando se van confiando y te cuentan sus penas y preocupaciones.
Yo no puedo hacer mucho, sólo les escucho y al final se llevan alguna dirección útil y tickets para la comida. Muy poco, en realidad pero con el corazón más ensanchado por la esperanza.
Hay varios aspectos que me maravillan y que no sé bien definir. Puedo destacar su calma, su serenidad, su aceptación del problema y su confianza en el porvenir. No tienen trabajo o por lo menos nada fijo; no tienen papeles, ni muchos, a penas formación. A veces les quedan 100-150 € para todo el mes después de pagar la habitación compartida entre varias personas. Cuando me quedo mirándolos, impresionada, sin saber que decirles, ellos sonriendo me dicen: “No se preocupe, hermana, Dios nos ayudara, no es tan grave...” y esta reflexión ya me la han hecho muchos. ¿Quién ayuda a quien?
También hay algo que me llama la atención y que me da mucha pena. El 95% de los que vienen no tienen los papeles en regla y en la situación en que vivimos, y en Cataluña más pues exigen saber catalán, no creo que los tengan en un futuro próximo. Sin embargo cuando les pides algún dato sacan (sobre todo las mujeres, una carpeta “llena de papeles”. Una carpeta que llevan consigo continuamente. ¿Qué contiene? Su pasaporte, hoja de empadronamiento, tarjeta médica, recibos de la luz, del alquiler, contrato de la habitación, curriculums, direcciones de Agencias… A mi me resulta humillante cuando me sacan todos estos papeles que en realidad no les sirven para casi nada si les para la policía y, todos viven con ese temor.
No tienen trabajo, no tienen nada, no tienen papeles, pero eso sí, tienen confianza, mucha confianza….
Un fuerte abrazo
Cada una de las personas que llega tiene una historia bien diferente aunque todas, en el fondo, sean parecidas.
Los que vienen por primera vez entran en el despachito con temor, sin saber muy bien lo que va a sucederles. Al rato de estar hablando se van confiando y te cuentan sus penas y preocupaciones.
Yo no puedo hacer mucho, sólo les escucho y al final se llevan alguna dirección útil y tickets para la comida. Muy poco, en realidad pero con el corazón más ensanchado por la esperanza.
Hay varios aspectos que me maravillan y que no sé bien definir. Puedo destacar su calma, su serenidad, su aceptación del problema y su confianza en el porvenir. No tienen trabajo o por lo menos nada fijo; no tienen papeles, ni muchos, a penas formación. A veces les quedan 100-150 € para todo el mes después de pagar la habitación compartida entre varias personas. Cuando me quedo mirándolos, impresionada, sin saber que decirles, ellos sonriendo me dicen: “No se preocupe, hermana, Dios nos ayudara, no es tan grave...” y esta reflexión ya me la han hecho muchos. ¿Quién ayuda a quien?
También hay algo que me llama la atención y que me da mucha pena. El 95% de los que vienen no tienen los papeles en regla y en la situación en que vivimos, y en Cataluña más pues exigen saber catalán, no creo que los tengan en un futuro próximo. Sin embargo cuando les pides algún dato sacan (sobre todo las mujeres, una carpeta “llena de papeles”. Una carpeta que llevan consigo continuamente. ¿Qué contiene? Su pasaporte, hoja de empadronamiento, tarjeta médica, recibos de la luz, del alquiler, contrato de la habitación, curriculums, direcciones de Agencias… A mi me resulta humillante cuando me sacan todos estos papeles que en realidad no les sirven para casi nada si les para la policía y, todos viven con ese temor.
No tienen trabajo, no tienen nada, no tienen papeles, pero eso sí, tienen confianza, mucha confianza….
Un fuerte abrazo
SOR ENCARNACIÓN
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