Hace 26 años, cuando llegamos a Materi no había agua corriente; íbamos cada noche a la fuente con bidones. No había electricidad; Enchufábamos a la batería del 2CV un tubo de neón. Al anochecer, con el cielo saturado de estrellas, un silencio sagrado reinaba en el poblado, roto a veces por los lejanos tambores que celebraban una fiesta. Y… no nos quejábamos ni teníamos grandes problemas con estas carencias. Nos sentíamos muy felices de tener tanto en medio de tan poco…
El tiempo ha pasado. El “progreso” ha llegado a nuestro pueblo de Materi que ha crecido en todos los aspectos a un ritmo vertiginoso. Ahora tenemos agua corriente, 6 horas de electricidad al día, teléfono, Internet y ruidos, muchos ruidos de todas clases.
Por las noches, al acostarnos, las niñas que viven con nosotros no se cansan de jugar, cantar reír o llorar. Tengo en mi habitación una campanilla que les llama al orden “Silencio, la sor llama…” y durante 10 minutos se hace la calma y vuelven a empezar hasta que el sueño las invade.
Antes, eran los tambores. Ahora es el “quam-quam” (música moderna de baile) que está de moda en los funerales y fiestas tradicionales. Una música que rompe los tímpanos. La mitad de la gente presente en la fiesta duerme al lado de los bafles pero nosotras…..
Poco a poco llegamos a conciliar el sueño….Pero…un mosquito zumbón viene a nuestro oído con su zszszszs…. A levantarse a poner la mosquitera…Y a eso de la 1 el asno que vive justo en frente de nuestra casa se pone a rebuznar. Justo cada 15 minutos nos seduce con su rebuzno; luego vienen las gallinas que aquí cantan a las dos de la madrugada y no digamos si son los pentales que estos llegan siempre en grupo y les encanta ponerse con su “crua crua” tan inconfundible debajo de la ventana
Y si alguien pasa con un poco mas de tchuk (bebida local) de la cuenta canta a todo pulmón para hacernos partícipes de su alegría.Y los perros que son los verdaderos guardianes de la casa ladran con toda su fuerza para anunciar al desconocido que se acerca a la valla…
Y así va pasando la noche y ya, sobre las 5 de la madrugada, cuando te vas haciendo a los ruidos y te quedas un poco transpuesta, cuando ya no hace calor…¿Qué ocurre? El despertador suena impasible. Te das media vuelta, como que no lo oyes pero ahí están nuestros hermanos musulmanes, que han puesto pilar nuevas a su altavoz y el Allah, Allah, llamando a la oración se nos mete en nuestro cuarto. Ya no hay otra salida. Hay que levantarse y el día comienza con otras sorpresas, con otros rostros, con otras actividades.
¿Por qué os cuento esta “historia para no dormir”? Porque nos hemos dado cuenta que cuando hay un problema de nada sirve quejarse una y mil veces. ¿De que me sirve decirle al burro que rebuzne en voz baja? ¿Van, las niñas a callarse cuando les da la risa floja? No sirve absolutamente de nada las quejas continuas. Sólo sirven para agriarnos el día y que nos salga alguna cana más.
¿Qué hacemos con nuestros ruidosos vecinos? Pues, no hacer caso. Escuchar los ruidos con tranquilidad, sin nervios y dejarnos arrullar por las distintas voces. Sólo así tendremos una noche tranquila…hasta que suene el despertador.
Miremos los problemas de frente, aceptándolos y relativizándolos para que no nos hagan daño, para que no influyan en nuestras relaciones, en nuestro trabajo, en nuestra vida interior…Os aseguro que es posible.
¡Ah! Lo que no ha cambiado en estos años es el cielo estrellado y la belleza que de él emana y contagia en el silencio de la noche…. Cuando miramos las estrellas, los ruidos no se oyen…
Buenas noches a todos.
Encarnación
Por las noches, al acostarnos, las niñas que viven con nosotros no se cansan de jugar, cantar reír o llorar. Tengo en mi habitación una campanilla que les llama al orden “Silencio, la sor llama…” y durante 10 minutos se hace la calma y vuelven a empezar hasta que el sueño las invade.
Antes, eran los tambores. Ahora es el “quam-quam” (música moderna de baile) que está de moda en los funerales y fiestas tradicionales. Una música que rompe los tímpanos. La mitad de la gente presente en la fiesta duerme al lado de los bafles pero nosotras…..
Poco a poco llegamos a conciliar el sueño….Pero…un mosquito zumbón viene a nuestro oído con su zszszszs…. A levantarse a poner la mosquitera…Y a eso de la 1 el asno que vive justo en frente de nuestra casa se pone a rebuznar. Justo cada 15 minutos nos seduce con su rebuzno; luego vienen las gallinas que aquí cantan a las dos de la madrugada y no digamos si son los pentales que estos llegan siempre en grupo y les encanta ponerse con su “crua crua” tan inconfundible debajo de la ventana
Y si alguien pasa con un poco mas de tchuk (bebida local) de la cuenta canta a todo pulmón para hacernos partícipes de su alegría.Y los perros que son los verdaderos guardianes de la casa ladran con toda su fuerza para anunciar al desconocido que se acerca a la valla…
Y así va pasando la noche y ya, sobre las 5 de la madrugada, cuando te vas haciendo a los ruidos y te quedas un poco transpuesta, cuando ya no hace calor…¿Qué ocurre? El despertador suena impasible. Te das media vuelta, como que no lo oyes pero ahí están nuestros hermanos musulmanes, que han puesto pilar nuevas a su altavoz y el Allah, Allah, llamando a la oración se nos mete en nuestro cuarto. Ya no hay otra salida. Hay que levantarse y el día comienza con otras sorpresas, con otros rostros, con otras actividades.
¿Por qué os cuento esta “historia para no dormir”? Porque nos hemos dado cuenta que cuando hay un problema de nada sirve quejarse una y mil veces. ¿De que me sirve decirle al burro que rebuzne en voz baja? ¿Van, las niñas a callarse cuando les da la risa floja? No sirve absolutamente de nada las quejas continuas. Sólo sirven para agriarnos el día y que nos salga alguna cana más.
¿Qué hacemos con nuestros ruidosos vecinos? Pues, no hacer caso. Escuchar los ruidos con tranquilidad, sin nervios y dejarnos arrullar por las distintas voces. Sólo así tendremos una noche tranquila…hasta que suene el despertador.
Miremos los problemas de frente, aceptándolos y relativizándolos para que no nos hagan daño, para que no influyan en nuestras relaciones, en nuestro trabajo, en nuestra vida interior…Os aseguro que es posible.
¡Ah! Lo que no ha cambiado en estos años es el cielo estrellado y la belleza que de él emana y contagia en el silencio de la noche…. Cuando miramos las estrellas, los ruidos no se oyen…
Buenas noches a todos.
Encarnación
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