CRÓNICA DESDE MATERI
Los primeros días de mi estancia aquí, todo el pueblo me saludaba, me daba la bienvenida me dieron un nombre como alguien que pertenecía a su familia: Hwega… hoy todas las mujeres me llaman por ese nombre.
Yo había reparado en que al darme la mano, las suyas estaban secas, agrietadas, rugosas…Incluso una de ellas me dijo que estaría siempre con mi mano entre la suya, pues mi piel era suave; yo sentí una cierta vergüenza, pues en realidad esto indicaba toda una forma de vida. Mi vida ha sido y es aún hoy, muy diferente a la de ellas.
Los primeros días de mi estancia aquí, todo el pueblo me saludaba, me daba la bienvenida me dieron un nombre como alguien que pertenecía a su familia: Hwega… hoy todas las mujeres me llaman por ese nombre.
Yo había reparado en que al darme la mano, las suyas estaban secas, agrietadas, rugosas…Incluso una de ellas me dijo que estaría siempre con mi mano entre la suya, pues mi piel era suave; yo sentí una cierta vergüenza, pues en realidad esto indicaba toda una forma de vida. Mi vida ha sido y es aún hoy, muy diferente a la de ellas.
La mujer desde niña trabaja en el campo, va a buscar agua al pozo, que normalmente está alejado de la casa, corta leña, hace la comida, lleva a la espalda y se cuida de los hermanitos más pequeños… todo como lo más natural del mundo; pues ellas no saben que hay muchas niñas que su sólo trabajo ha sido ir a la escuela y han participado poco en las tareas de la casa y si lo han hecho, ha sido en medio de muchas comodidades. Pero a pesar de todo son felices, siempre sonríen y no digamos nada si tienen la suerte de que les des un caramelo, entonces la sonrisa que te dedican es el mejor de los regalos.
Las manos de la mujer africana son toda la expresión de sus costumbres, de su manera de entender la vida y de todo su esfuerzo por sacar su familia adelante. Por eso cada vez que estrecho una de sus manos, que es muy a menudo, pues les encanta saludar y que les saludes, en mi interior siento un inmenso agradecimiento a su esfuerzo y trabajo pero a la vez siento la alegría de haber conocido otra vida y haber crecido de otro modo. Nuestro objetivo es este: que puedan conocer un mundo mejor y una sociedad que sepa valorar a la que realmente lleva esta sociedad: LA MUJER.
Sor Marta