Se llama Yaro. Tiene 17 años aunque aparenta 14. Su padre, ciego, muy violento. Su madre hemipléjica física y “sicológicamente”. En su casa durante toda la vida mucha pobreza de todos los tipos, mucha violencia, mucha ignorancia, mucha hambre y Yaro esta harto de todo. Deja el colegio, desaparece durante varios días y hace de todo para poder comer. Duerme en la calle, no se pierde una fiesta, prueba el tabaco, el alcohol y la droga.
Nosotras, que le hemos visto nacer y estamos muy cercanas a su familia no sabíamos ya que hacer con él. Riñas, castigos y amenazas…todo le daba igual.
Su padre, un día de mercado, cae en un coma etílico que dura 2 largos meses y le lleva a la tumba. Yaro no aparece por su casa en este tiempo. Rehúsa ver la realidad que están viviendo y sigue haciendo su vida siempre lejos de casa. Esta perdido, dicen todos…
Un albañil vecino suyo y muy conocido nuestro por trabajar mucho con nosotras nos dice: “Sor, vamos a intentar salvarlo”. Lleno de confianza le propone trabajar con él. Ponemos juntos las condiciones, claras y firmes y Yaro acepta. Siente que alguien, en serio, va a ocuparse de él.
El patrón le obliga a llegar puntual al trabajo, a venir limpio. Le da de comer y le gasta bromas y… Yaro responde trabajando duro.
Le procuramos ropa y le damos pequeñas responsabilidades. Poco a poco su cara huraña, su agresividad, su vida entera va cambiando.
Ahora, tres meses después da gusto verle, siempre sonriente trabajando como un mayor y haciendo los servicios pedidos con empeño.
Ha vuelto a venir a la Iglesia, toca el tamtan y es un muchacho feliz. Se sabe y se siente querido y esto ha cambiado su vida.
Esta mañana, descargando cemento le hice esta foto y le pregunto “¿Qué tal vas, estas contento?” me dice “si, estoy contento pero no tengo pomada para darme después de lavarme” – “Ven a casa que yo te daré una”, y me sonríe pues creo que es la primera pomada que va a tener en su vida.
Creo, amigos, creo que no hace falta muchos comentarios que añadir. Ante situaciones así “Vete y haz tú lo mismo”, dijo Jesús.
Un fuerte abrazo
Encarnación